167 trozos de plomo

bonnie and clyde

 

El 23 de mayo, por la mañana, Bonnie Parker y Clyde Barrow cayeron en una emboscada y fueron asesinados a tiros por la policía de Texas y de Louisiana. Los agentes tenían órdenes expresas de vaciar sus cargadores y así lo hicieron: los cuerpos de los fugitivos fueron perforados por 167 balas. 

Esa misma mañana, Clyde se había levantado temprano como solía. Miró por la ventana los sauces y como una ligera brisa mecía sus ramas. Más tarde, preparó un café y se sentó en la cama. Sentir el cuerpo de su amante lo apaciguaba. Al acabar el café, apoyó la taza en la mesita, abrazó la espalda desnuda de su pareja y la despertó con un beso a la mejilla.

Esa misma mañana, Bonnie tenía un sueño profundo. Soñaba que estaba en la casa de su abuela. Salía de la puerta y corría jugando con los otros niños al lado de unos escombros. De repente se tropezó, intentó amortiguar la caída, pero su mano izquierda cayó con fuerza en un clavo oxidado. Miró al agujero en su mano, miró a la sangre, pero no sentía ningún dolor. Se despertó al sentir el brazo de Clyde en su cintura y su cara recién afeitada en su mejilla. Se estiró y sonrió feliz. El olor a café le alegraba la mañana.

Estaban ya preparados para marcharse. Siempre elegantes los dos, él con su chaleco y su gorra, ella con su pañuelo verde azulado y sus gafas marrones: parecían dos estrellas de cine. Subieron al Ford B V8, se miraron a los ojos durante un eterno instante y se besaron. En esa misma mañana, se sentían tan ligeros que hicieron falta 167 trozos de plomo para mantenerlos en la tierra.